“Es una indiecita” – Dice un dominicano indicando a una muchachita de un color oscuro que nada tiene que ver con la raza afro-americana. Lo repite porque es una costumbre, más que una situación razonada.
Pero. Quienes quieran responder, no se deben sentir mal porque, igual, gente con muchos estudios o con gran formación académica sigue repitiendo el término “indio”, para referirse a los aborígenes o los naturales, a la hora de necesitar un calificativo, cuando presentan especiales de televisión, películas o hasta discursos en lugares de mucha “cultura”.
Me imagino el momento en que Cristóbal Colón se apareció en la Corte Española y ante su Reina Isabel diciendo: “traje a vuesa mejestad la prueba de mu viaje y descrubrimiento con estos “indios”…
No sé si esto fue así; pero los de “indios” sí está registrado porque el marino genovés salió en busca de las indias; o, mejor dicho, de la India por una ruta diametralmente opuesta a la que se usaba hasta entonces.
Ya sabemos que su hazaña culminó un 12 de octubre en territorio que hoy es República Dominicana y que de allí se llevó como “souvenirs” a naturales que escandalizaron a la Corte porque no vestían como cristianos.
Colón había redescubierto la India por el otro lado y empezó lo que los enemigos de los grandes hombres quieren: la cadena de errores.
Decir que murió en el oprobio es poco, porque le quitaron hasta el nombre del continente que descubrió para los europeos.
Sin embargo, en el mes que recordamos su hazaña, ¿no sería momento para terminar con una de sus equivocaciones?
Sí, ¿hasta cuándo seguiremos llamando indios a nuestros aborígenes?
Y aquí se debe abrir otra puerta para la discusión porque hay una connotación de discriminación cuando se mencionan a los “indios”. Todavía quedan individuos que los relacionan con la pobreza o la falta de cultura y eso sí es ignorancia, porque en este lado del mundo nuestras poblaciones habían hecho grandes adelantos cuando “nuestros descubridores” todavía vivían en el oscurantismo.