Industria de mensajería en bici en transición

De Beth Treffeisen

Especial a la Gaceta

Durante dos años el mensajero en bici Mike Oakhem, 33, de Quincy, ha estado zigzagueando por las calles del centro de Boston para entregar varios bienes, como pizzas calientes o papeles de diseño arquitectural, ofreciendo a los residentes y compañías de Boston uno de las maneras más rápidas de entrega.

Para él, el trabajo es más que sólo llegar a punto B; es algo que ocupa su tiempo, ganándose dinero y libertad.

Con sólo la ropa que llevaba puesta y su bicicleta, Oakhem comenzó un trabajo que le permitía el estilo de vida independiente que buscaba.

“Es trabajo duro,” dijo Oakhem. “Me cuesta mucho, tanto físicamente como mentalmente—es difícil pero gratificante”.

Ser un mensajero en bici es más que sólo montar en las calles peligrosas de Boston; también requiere viajes en todo tipo de clima—lluvia, aguanieve y nieve—para poder entregar bienes a los clientes lo antes posible.

“Tenemos mucho orgullo porque tenemos uno de los trabajos más peligrosos en el mundo”, dijo Oakhem.

Un día típico consiste en llegar al centro alrededor de 9 por la mañana y registrarse con la compañía de mensajería. Desde allí los mensajeros entregan paquetes durante la hora punta de la mañana, la hora punta del mediodía y las entregas de última hora antes de que anochezca.

Para algunos, el trabajo continúa durante la noche cuando los clientes empiezan a solicitar la cena.

Para Max Frost, 23, de Breadrunner Courier, en estos días típicamente termina a las cinco.

Frost entrega papeles que todavía no han sido digitalizados, como planes de diseño arquitectural que no cabe en la pantalla, formularios no-digitales de los tribunales de Suffolk, y sobres con documentos legales que requieren firma en la misma fecha.

Aunque antes había más trabajo, dijo Frost, “No me puedo imaginar haciendo otra cosa”.

Además de poder andar en bici todo el día, Frost dijo que hay una comunidad de mensajeros en bici de la cual le gusta ser parte. No solamente se encuentran en Winthrop Square esperando una tarea, pero se cuidan mutualmente, ofreciendo un lugar para dormir cuando necesario o un nuevo trabajo si vuelve a la ciudad.

“Los mensajeros de Boston son la sal de la tierra y generalmente son de aquí”, dijo Frost. “No vienen para conseguir mas “likes” en el internet”.

Según la policía de Boston, hay 36 mensajeros en bici registrados con la ciudad en 2016. En 2012, había 60.

Noel Ferrick, 47, que ha estado en la industria desde 1992 y que trabaja actualmente en Breadrunner Courier, dijo que el trabajo ha disminuido pero que el tamaño de las cargas ha subido, con bultos más grandes, cajas de carga, rollos pesados y cosas de imprentas que no se transportan fácilmente en coche.

Ferrick dijo que los bultos en volumen ganan la mayoría del dinero porque las compañías no tienen que pagar por estacionamiento o multas.

Para Ferrick, quien ha estado entregando bultos durante 24 años, estar todo el día expuesto a los elementos a veces le afecta.

“Me hipnoticé para ya no sentir el dolor”, bromeó. “Pero al hacerlo, uno se mantiene con buena salud y buena condición física para poder continuar a hacerlo”.

En cuanto al tráfico, los peatones y otros obstáculos, la seguridad es una preocupación común.

“Estar golpeado por la puerta de un coche aparcado o la amenaza de estar golpeado es un miedo serio de la mayoría de ciclistas”, dijo Ferrick.

Tanto Frost como Ferrick creen que la reducción de los autos aparcados ayudaría a resolver ese problema, pero no creen que suceda en un futuro cercano.

Carriles para bicicletas y vías separadas, dijeron, no realmente ayudan porque simplemente quieren llegar al destino lo antes posible y andar en bici junto a ciclistas normales puede retrasarlos.

Richard Schmid, el coproprietario de Break Away Couriers, dijo que todos sus mensajeros tienen que usar cascos, seguir las normas de tráfico y no violar la luces rojas.

La adición de infraestructura pro-bicicleta de la ciudad, dijo Schmid, no ayudará mucho a los mensajeros pero tampoco les hace daño.

Como un ciclista que llega a su trabajo en el centro desde Brookline, dijo, “Es peligroso—es maravilloso lo que han hecho para

bicicletas aquí en la ciudad”.

Oakhem dijo que durante dos años de mensajero ha estado golpeado por un coche siete u ocho veces. Hace cinco meses, se rompió el hombro y estaba dos meses sin montar.

Pero, a pesar del peligro tiene la motivación de continuar.

Dijo, “Siempre que estoy físicamente capaz de hacerlo—lo haré”.

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