Curley, un politico de historia


ANDY ZAGASTIZÁBAL

Una residencia de Jamaica Plain dominaba el panorama político de esos días. Allí se hizo una de las últimas entrevistas a quien fue el alcalde James Michael Curley.

En unos días más estaremos viendo aquella entrevista lograda por Edward R. Murrow y transmitida en vivo, por el medio que entonces dominaba las comunicaciones en Boston.

La posibilidad se dará en un evento especial que organiza la Sociedad Histórica de Jamaica Plain en un evento que se realizará en ambientes del Centro Parroquial de Nuestra Señora de Lourdes, en la avenida Brookside, cerca de la estación Stony Brooks.
El escritor Clint Richmond estará a cargo de la jornada que empezará a las 3 de la tarde y a la que se puede asistir sin tener que pagar entrada o hacer reservaciones.

Los expertos recomiendan no perderse esta actividad porque se trata de rememorar a uno de los últimos de la política de los viejos moldes. Hay una película que nos recu-erda ese encanto personal que lo llevó a ser alcalde, legislador, gobernador y “autoridad con despacho en la prisión”.

La historia de este personaje es de las que se califican de controversiales. Dicen que ni siquiera terminó de estudiar porque se vio obligado a trabajar, como cualquier inmigrante de los de hoy.

En ese tiempo el panorama de la inmigración lo dominaban los irlandeses que venían huyendo de una hambruna que devastó gran parte de Europa. La diferencia es que fueron recibidos con facilidades y en ciudades como Boston y Nueva York se abrieron paso a fuerza de un gran empeño.

La Universidad de Curley fue un negocio de cigarros donde los políticos de entonces se reunían. Allí aprendió lo bueno y lo malo y allí cambió de ser un muchacho tímido al hombre de gran resolución que fue después.

No fue una transición rápida, hay que destacarlo; pero James Michael Curley se tomó su tiempo para templar su carácter. Dicen que nunca bebió, ni menos perdió el tiempo en enamoramientos juveniles. Era tímido con las mujeres; pero no como organizador de multitudes o de eventos de caridad.

No ganó puestos políticos en primer instancia. Al contrario, hasta se dejó ganar por gestiones de su propio partido. Se vio obligado a cambiar de puesto y se hizo vende-dor viajero, lo que le permitió conocer técnicas de oratoria.

La próxima vez ya no sería lo mismo y hasta se enfrentó a puñetazos para hacerse re-spetar.

“No tiene experiencia. Es muy joven. La burocracia se lo va a comer”, dijeron sus oponentes. No fue así. Fue cambiando mucho sin necesidad de despedir sino ganándose a los trabajadores con medidas positivas.

Por ejemplo, fue Curley quien empezó dando media jornada de descanso los días sába-dos. También estableció la ocho horas de trabajo.

Desde 1914 Curley sirvió como alcalde varios periodos, aunque no en forma con-tinuada, y hasta fue gobernador de 1935 a 1937. Eran los tiempos del New Deal del Pre-sidente Franklin Roosevelt lo que permitió a Curley tener fondos para muchos proyec-tos.

Del 38 al 46 no fue una buena época, hasta que en 1947 fue nuevamente elegido al-calde de Boston. No se sabe con certeza lo que ocurrió en este periodo; pero Curley tuvo que ir a prisión por un fraude federal. Curley se llevó la administración del gobierno a su celda y sólo sirvió cinco meses y medio porque el presidente Harry Truman le dio la libertad y el perdón total.

En 1950 fue la última vez que Curley trató de ser elegido alcalde de Boston. Falló entonces y falló por última vez en 1954, cuando se retiró. Cuatro años después, en 1958 murió.

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