Preocupación

La palabra del momento es preocupación. La usamos indistintamente como la reacción más generalizada a la situación que nos ha puesto la economía; es decir, la economía que no manejamos.

No estamos hablando de los grandes inversionistas o de los capitalistas que ya tienen la suya desde que salieron los calificativos que hacen pensar en un recesión de doble dígito. No. Hablamos del pequeño; del negociante que ve día a día la marcha de la economía de acuerdo a los ingresos o egresos de la actividad que desarrollan.

Dicen los expertos que el estado será afectado; pero nadie se arriesga a vaticinar cómo y a qué nivel nos llegarán los efectos de una nueva recesión.

“Ya supimos superar anteriores situaciones”, dicen los más optimistas, viendo quizá el momento dentro de lo que se conoce como “macro economia”; sin embargo la principal reacción de los que son nuestros vecinos en el comercio o las actividades que tienen que ver con el dinero, va en otro sentido porque los “depósitos en el banco son la mejor prueba que tenemos dificultades”, como nos señalaba un vendedor de comida que ha visto la merma en sus ventas.

“Ya estamos viendo que hace falta el dinero en el bolsillo o las carteras” nos dice, por otro lado, un negociante que tiene que lidiar con el aumento de la actividad de la tarjetas, “que están siendo usadas como recurso de momento para compras pequeñas. Y eso que no estamos hablando de las de crédito o débito, sino de las suplementarias”. Este comentario detalla, tal vez sin ser una ciencia, que los efectos de la falta de dinero en el bolsillo es el principal signo de una recesión que se agranda con recortes esperados en la ayuda federal.

¿Qué puedo hacer?

Allí está el motivo de la otra preocupación porque los vaivenes de la economía no están en el sector de los factores controlables.

A estos comerciantes les podemos decir que globalmente sufriremos los efectos de esta recesión; pero eso no les impacta porque quieren escuchar, más bien, respuestas de nuestras autoridades con soluciones que puedan ayudar a la economía local.

Sin embargo, los comerciantes con quienes pudimos hablar tienen algo en común: “Estamos preocupados no quiere decir que estamos asustados” y en la explicación hay muchas versiones que tienen que ver con el optimismo por haber reaccionado ya antes a otras dificultades de la economía.

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